Retorno a la infancia by Rafael Gómez Pérez

Retorno a la infancia by Rafael Gómez Pérez

autor:Rafael Gómez Pérez
La lengua: spa
Format: epub
editor: Ediciones Rialp, S. A.
publicado: 2015-02-11T00:00:00+00:00


TERCERA PARTE

RETORNO A LA INFANCIA

CAPÍTULO 12

EL PARAÍSO PERDIDO

'El verdadero paraíso perdido es la infancia'.

(M ARCEL PROUST )

A Rainer Maria Rilke se atribuye la frase de que la infancia es la patria del hombre, idea que circulaba desde mucho antes y después se ha repetido. Es, en cualquier caso, una patria cambiante: la infancia, tanto hasta esos seis o siete años como después, y más en la fronteriza adolescencia, es la época del continuo movimiento. Todo en la vida humana es proceso, en realidad; pero a partir de la llamada madurez, que puede darse pronto, en plena juventud, las cosas se estabilizan, empezando por los rasgos físicos, que se ensancharán, arraigarán y perderán tersura y chispa y gracia con el paso del tiempo. Siempre estará ahí la cosmética o incluso la cirugía llamada estética para corregir el azote del tiempo. Pero lo que nadie puede conseguir de forma física es la belleza de la inocencia.

Es una patria la infancia, además, que solo puede ser reconocida como tal cuando ya hace tiempo que se ha ocultado tras las dunas de la memoria. El niño es un patriota inconsciente de su patria/infancia. Por eso, de adulto, no recordará esos días casi siempre felices en los que su voluntad era seguida por todos.

La infancia es la época de un cambio casi diario, desde el bebé indefenso que solo sabe chupar y llorar, hasta el audaz de doce, trece o catorce meses que se lanza a andar, con la mirada intrépida de quien es capaz de patear el mundo. Por no hablar del que empieza a hablar, y sigue luego, e inventa frases y desarrolla una curiosidad verbal que para sí quisieran muchos académicos.

El paraíso que se pierde, la patria que se abandona al crecer son esos años de constantes cambios, de conquistas trascendentales, de asombro ante la vida, empezando por los detalles más pequeños. Emilio, con poco más de un año, cuando veía la página extendida de uno de esos libros infantiles en los que se despliega, por ejemplo, una gama amplia de animales, desde el elefante al ciervo, se fijaba en una ranita pequeña que estaba casi saliéndose del papel. No sé si alguien sabe cuáles son los criterios de los intereses del niño, pero suelen ser fuertes, definidos, defendidos a ultranza, lo cual es compatible con cambiarlos cuando le place.

¿Qué se pierde cuando se deja atrás la infancia?

En primer lugar la belleza de cachorro. Esa belleza del estreno, que tan bien se ve en los animales, es en el niño o niña de una claridad que asusta. Todo es perfecto: la piel, la mirada, el pelo, la barriguita, los menudos dedos de las manos y de los pies, el diminuto sexo, el casi siempre redondo culo, que tantas veces le tienen que limpiar. Recién nacido; a los no muchos meses, cuando gatea, a veces a velocidades de vértigo; en los primeros pasos temblorosos, cuando se le afianzan las piernas y se les quita esa deliciosa condición de zambos; cuando aprenden a tomar



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